martes, 7 de mayo de 2019

Reseña de Torre de gatos

      Torre de gatos es el tercer juego de la trilogía gatuna del señor Aza Chen. Los otros dos títulos son Kitty Paw y Cat Box. Este es un ejemplo de juego que llama la atención por su estética. El problema está cuando dicha estética deja paso a unos componentes que para nada son aptos para hacer pilas coon ellos. Para mí gusto, Torre de gatos es el peor de los tres juegos creados por Aza Chen.



Tiempo medio de juego:
15-20’
Número de jugadores:
2-4
Edad:
4+
Editorial:
Tranjis Games
Dificultad de aprendizaje:
Baja
Tipo de juego:
Habilidad y destreza manual

       

    En Torre de gatos cada jugador empezará la partida con siete cartas de gato normal. La misión es ser el primer jugador en quedarse sin cartas en la mano. El turno de un jugador consiste en lanzar el dado y hacer la acción que este indique: apilar uno o dos gatos normales en la torre doblando las cartas; apilar un gato panza arriba; hacer que otro jugador ponga un gato por ti en la torre; colocar un gato gordo, que son cartas que no se doblan y se deben apilar de forma horizontal… Cuando un jugador provoque el derrumbamiento de la torre este se queda con dos de las cartas que hayan caído, más una adicional por cada gato gordo que también haya caído, y el resto se descartan; aquellas que hayan quedado bien colocadas en la torre tras el derrumbe se quedan tal y como están. Se sigue jugando así hasta que alguien se quede sin cartas en la mano.














* Conclusión

     Mira que me llegan a gustar los gatos y que los títulos con cajas gatunas  de Aza Chen me llamaron la atención por su bonita estética, pero es que Torre de gatos debe arder en la hoguera más profunda del infierno más infinito. Me acabo de quedar a gusto, sí señor.

        Como punto positivo de este juego diré que estéticamente es precioso y que llama la atención de cualquiera que pasa por su lado. De hecho, los tres juegos suyos (Kitty Paw, Cat Box y Torre de gatos) tienen como portada un precioso gato dibujado. Esto atrae sobre todo a niños y a aquellos adolescentes frikis muy aficionados al anime, más conocidos como otakus. Si alguno de estos tres títulos no ve mesa en un evento relacionado con el tema japonés es que el fin del mundo se aproxima. Como señuelo van que ni pintado. Ahora bien, como nos pasó a nosotros, a algunos que lo probaron dejándose llevar por su preciada estética les dejó mal sabor de boca, y es que el juego no tiene por donde sostenerse en pie.

        Durante las primeras partidas al juego sí que es cierto que es necesario que las cartas se adapten un poco para que puedan doblarse bien. Sin embargo, a nosotros nos sucede que las cartas que están ya colocadas en la torre, en ocasiones, se van abriendo poco a poco, provocando que esta se desplome sin ni tan siquiera haber tocado la superficie de juego. No, no me vengáis con que le hace falta más uso porque esta copia tiene partidas a sus espaldas para rato con la cantidad de mesa que ha visto en los eventos a los que hemos acudido.

       Por otro lado, a mí me da la sensación de que la autora ha cogido el Animal sobre Animal y lo ha pasado por una sartén. La unión del rico aceite de oliva y del juego ha provocado que nazca Torre de gatos. A mí me gustan los juegos que impresionan por mecánica y que no parece que se hayan basado tanto en otros títulos. Torre de gatos, en mi opinión, tiene casi todas las mecánicas cogidas del Animal sobre animal, salvo la regla de los gatos gordos y de las fichas de gatos. Pero vamos, que es como si yo cojo el Monza de Haba y lo llamo Rally Express: tan fácil como inventarme un circuito dividido en casillas de colores, hacer que los coches de los jugadores se muevan mediante dados usando la misma mecánica que Monza y añado la regla de que los coches puedan utilizar turbo o tengan vida, la cual pueden ir perdiendo a medida que los coches van chocándose. Total... así cualquiera puede crear juegos.

      Desconozco si Aza Chen se ha basado o no en Animal sobre animal o en cualquier otro título a la hora de crear Torre de gatos. Para mí está claro que sí, pero es mi opinión. Y obviamente, no es buena. Al menos Kitty Paw y Cat Box me dieron la sensación de ser, a su manera, originales. Tampoco me parecieron juegazos, puesto que son fillers para pasar un ratejo con ellos de vez en cuando. No me dejaron mal sabor de boca, a pesar de todo. Pero Torre de gatos... sinceramente esa inestabilidad me crucifica, y tanta regla semejante al ya mencionado juego de Haba me irrita. Reconozco, eso sí, que a nivel de ventas seguro que se dispara más la torre gatuna que no cualquier otro juego semejante. ¡Porque gatos! Si a mí me ponen un Rhino Hero, un Jenga, un Animal sobre animal y un Torre de gatos delante de mis narices para elegir cuál comprar acabaría optando por el último, porque su estética, sin duda, es preciosa. Lo que haya detrás ya, se descubre jugando.

     Por lo tanto, Torre de gatos es uno de los juegos de nuestra ludoteca que detesto por los motivos antes mencionados. Su bonita caja serviría para decorar la estantería de mi habitación, pero ver como la torre gatuna se desploma mientras estoy jugando al juego por motivos paranormales no entra dentro de mis gustos.




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